Por Eduardo Robinson
A pesar de contar con recursos naturales envidiables, una capacidad productiva consolidada y un perfil exportador robusto, Argentina continúa enfrentando una crisis económica de larga data que parece profundizarse con el tiempo. La paradoja argentina radica en su riqueza latente frente a una estructura económica deteriorada, marcada por la inestabilidad, la falta de planificación a largo plazo y una creciente desigualdad social.
En diálogo con el economista Eduardo Robinson, se desentrañan las causas profundas de esta situación. Robinson describe un escenario en el que los problemas estructurales, la presión fiscal elevada, la informalidad económica y la ausencia de reglas claras impiden atraer inversiones duraderas. “La Argentina tiene todo para insertarse de manera competitiva en los mercados internacionales, pero la falta de un programa económico coherente y sostenido termina expulsando capitales”, afirma el especialista.
Herencias y errores de diseño
Históricamente, Argentina pasó de figurar entre las principales economías mundiales a convertirse en una nación con altos índices de pobreza (entre el 30 y 40%) e indigencia (10%). El deterioro económico se explica, en parte, por errores repetidos en el diseño de las políticas públicas, caracterizadas por su volatilidad. “Sufrimos de políticas pendulares”, agrega Robinson, haciendo alusión a los bruscos cambios de dirección en la administración del Estado: entre un modelo intervencionista y uno liberal sin una hoja de ruta clara.
La falta de un rumbo estratégico desalienta la inversión productiva. En lugar de capitales estables, el país atrae “capitales golondrina” que aprovechan diferencias financieras de corto plazo y se retiran rápidamente. Esta dinámica genera inestabilidad y compromete la posibilidad de un desarrollo sostenido.
Presión fiscal y desigualdad federal
Otro factor estructural clave es la presión impositiva desmedida, tanto a nivel nacional como provincial. Tucumán, por ejemplo, es una de las provincias con ingresos brutos más elevados del país. A esto se suma un sistema de coparticipación federal desactualizado, que limita los recursos de las provincias mientras la Nación conserva el 60% de la recaudación total.
La Constitución de 1994 establecía un plazo de dos años para reformar el régimen de coparticipación, sin embargo, la falta de consensos políticos ha impedido cualquier avance. “Sin madurez política, no hay posibilidad de sentarse a acordar una redistribución equitativa de los fondos”, advierte Robinson.
Competitividad y economía informal
La competitividad argentina también se ve seriamente comprometida. La carencia de infraestructura adecuada, sumada a una alta carga impositiva y a la apertura indiscriminada de importaciones, ha generado que muchas economías regionales queden «acorraladas» y pierdan capacidad de sostener empleos. La falta de políticas activas y graduales que acompañen los procesos de transformación productiva deteriora aún más la situación.
La presión fiscal, además, incentiva la expansión de la economía informal. Sectores como la construcción, el comercio de indumentaria o el inmobiliario suelen operar parcialmente en negro, con poca trazabilidad y escasa protección al consumidor. A pesar de la legislación vigente, muchos comercios incumplen normas básicas como la aceptación de pagos electrónicos o la entrega de comprobantes. Esto deja al consumidor en una posición frágil y expuesto a abusos.
Potencial desaprovechado
«No obstante, el país aún conserva oportunidades estratégicas. La riqueza de recursos como Vaca Muerta, el litio, la minería y el agro pampeano otorgan una ventaja comparativa clara. En los últimos años, los términos de intercambio han favorecido a países exportadores de alimentos y materias primas, y Argentina podría posicionarse favorablemente si logra generar condiciones internas estables». Señala el analista económico
Se espera un rebote económico en 2025 tras un 2024 difícil. Sin embargo, el desafío será traducir ese rebote en productividad, empleo e inversión genuina, no solo en alivio momentáneo.
El camino pendiente
«Argentina enfrenta una disyuntiva histórica. Para dejar atrás el ciclo de crisis recurrentes, necesita un programa vertebral de competitividad y un marco institucional que garantice seguridad jurídica, previsibilidad y cumplimiento de normas. También debe abordarse con urgencia la reforma del sistema tributario y de coparticipación para que las provincias puedan sostener servicios básicos sin depender de la discrecionalidad nacional» señala Robinson.
“Hace falta mucha inteligencia en el comercio exterior, pero sobre todo voluntad política para sentarse a debatir en serio. La solución no está en decisiones aisladas ni en parches coyunturales, sino en un pacto de largo plazo que supere las mezquindades partidarias y comience a construir una Argentina que esté, por fin, a la altura de su potencial», concluyó el economista.