En una entrevista concedida al programa Tucumán al Día por Radio 101.1, el economista Eduardo Robinson realizó un diagnóstico crítico sobre la situación económica y política que atraviesa Argentina. Según explicó, los desequilibrios actuales son producto tanto de errores recientes de gestión como de problemas estructurales que se repiten a lo largo de los años.
Política monetaria desalineada y efectos en el crédito
Ribinson calificó de “error autoinfligido” la decisión del Gobierno de desarmar las posiciones de letras fiscales en julio, lo que liberó cerca de 15 billones de pesos en el circuito monetario sin destino claro. La medida, sostuvo, obligó luego a una suba drástica de tasas de interés para absorber el excedente de liquidez, con un impacto directo en el crédito y el consumo.
“Prácticamente no existe el crédito en Argentina”, señaló el economista, remarcando que el sistema bancario se ha vuelto puramente transaccional, de muy corto plazo y con tasas altísimas. Recordó además que el país exhibe uno de los niveles más bajos de asistencia financiera al sector privado en la región, con préstamos que apenas alcanzan entre el 14 y 16% del PBI, frente a cifras que superan el 80% en países vecinos como Chile o Brasil.
Inflación, deflación y el costo social
El especialista advirtió que tanto la inflación como la deflación representan peligros para la economía argentina. Mientras la inflación encarece productos de primera necesidad al punto de obligar a muchas familias a financiar alimentos con tarjeta de crédito, la deflación paraliza industrias y genera desempleo. Como ejemplo, mencionó el caso del sector textil, que en agosto mostró una inflación de apenas 0,9%, reflejo de la caída de ventas y la pérdida de dinamismo productivo.
Falta de un plan integral y apertura inteligente
Para Ribinson, el país carece de un plan económico integral que abarque aspectos productivos, crediticios y comerciales. Criticó la paralización de la obra pública, clave para mejorar la competitividad y reducir los costos logísticos de un país de gran extensión territorial, y cuestionó que la liberación de precios en sectores como alquileres, prepagas y telefonía celular no haya traído competencia, sino desprotección para los consumidores.
“La carga tributaria de hasta el 50% sobre cualquier producto hace inviable una apertura indiscriminada de importaciones. Argentina necesita una apertura inteligente, con reglas claras y diálogo con los sectores productivos”, enfatizó.
Desconexión política y decadencia prolongada
En el plano político, Ribinson fue igualmente crítico. Señaló un “divorcio” entre la dirigencia y la sociedad: “Mientras los políticos se pelean entre ellos, la gente sigue igual o peor”. Consideró que los distintos gobiernos han prolongado en el tiempo la decadencia argentina sin resolver problemas recurrentes como la informalidad laboral, el bajo nivel de exportaciones y la crisis previsional.
Finalmente, y con cierto tono irónico, se refirió a las declaraciones presidenciales que proyectan a la Argentina como potencia mundial en 30 o 40 años: “La esperanza es lo último que se pierde, pero necesitamos soluciones hoy, no dentro de medio siglo”.