El tiempo tiene esa lamentable ocurrencia de transcurrir, y nos roba la posibilidad de detener momentos que nos gustaría que fuesen eternos. Como cualquier historia, todo tiene un principio y un final.
Parece mentira que el día de decir adiós a la Selección Argentina como local para Lionel Messi llegó. Su paso por la celeste y blanca tuvo el recorrido de una montaña rusa, con subidas, bajadas, angustia, dolor, impotencia, llanto, hasta lograr llegar al final del recorrido con la tranquilidad de saber que a pesar del sufrimiento llegó intacto.
Sufrió el calvario de ser prácticamente linchado por sus propios al ver que se le negaba la posibilidad de los triunfos que si conseguía en Europa con el Barcelona. Para Messi esto no fue un escollo, lo tomó como un desafío. Volvía una y otra vez a intentar acallar a voces a las cuales no tenía porque hacerlo porque no les debía nada.
¿Cómo puede ser que hayamos silbado a Messi?
Finales pérdidas en la Copa América de manera consecutiva, un llanto interminable y miles de voces que solamente gritaban «Muerto», «Pecho frío», «Volve a Europa», «No cantas el Himno» y quizás uno de los más dolorosos, «Nunca vas a ser como Diego».
Lo peor de toda esta historia es que esos agoreros casi se salen con la suya. Pero el destino es implacable, para los grandes ya está trazado. Estaba escrito que a pesar de todas las piedras que se cruzaron en su camino, lo esperaba la gloria eterna.
Me pondría a buscar en Twitter, los exabruptos que escribí en su defensa en su momento, pero dejaría que esa bronca le gané a lo que siempre hice con Messi, disfrutar el hecho de verlo correr detrás de una pelota. Esos frenos endiablados y las resoluciones propias desafiando a las leyes de la física como si la tuviera atada, cual prestidigitador maneja las cartas de una baraja, resultaban impagables.
No se puede insultar a la magia, se la disfruta, podes tratar de interpretar como fue que hizo el truco, donde esta el secreto de tal jugada pero nada más.
Una lágrima ya se está desprendiendo y recorre la mejilla de manera silenciosa, dice en su trayecto «Muchas gracias», por todo lo que le diste a la Celeste y Blanca, sabía que algún día iba a tener que redactar estas líneas. Estas lágrimas son de alegría, por el hecho de saber que no te guardaste nada, porque en estos tiempos donde importa más el que la revienta y la maltrata a la pelota; vos supiste pararla, acariciarla, tratarla como a una dama y ella agradecida te respondió siempre con una sonrisa.
Los griegos sostenían que el CAOS era un estado adonde se llega por cuestiones que forman parte de la naturaleza misma de la vida, pero que como por arte de magia, el COSMOS se encargaba de ordenar las piezas en su lugar. En el caso de Messi, hace años que armó el rompecabezas